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Mostrando las entradas de diciembre, 2015

El último

Por Ángela García Sempio , de 2°B «Silencio. Mi raza se ha acabado. Mi familia está muerta. Mis amigos también. No hay presas ni predadores. Solo estoy yo. Soy mi única esperanza. Y también mi único verdugo.» Desperté con el sonido que me había estado acechando durante las últimas semanas. El silencio. El saber que no hay vida. El saber que estás solo. Tenía hambre. Hacía tiempo que no comía. No había peces en el agua. No había nada en ese mar de soledad. El agua que antes corría fría por la llamada Antártida era ahora caliente, tanto que llegaba a quemarte. La cantidad de los nuestros que habían muerto a causa de esa agua contaminada era descomunal. Nos íbamos a extinguir. Estaba a punto de pasar. Después de todas las cosas que pasamos. De haber sobrevivido a los incontables ataques por parte de los humanos con su líquido negro. Dolía. No, no dolía, ardía. Después de haber sobrevivido a los ataques de tantos depredadores que incansablemente luchaban para arrebatarno