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Mostrando las entradas de abril, 2016

La leyenda de Selene e Ismeno

Por Rocío Ortega Torres y Lola Salina Selene, la luna, observaba la Tierra desde su posición en lo alto del cielo. Desde allí iluminaba con su pálida luz hasta el último rincón. Una noche, divisó en el claro de un bosque a un grupo de jóvenes en estado de ebriedad. Entre ellos había un muchacho que se destacaba por su larga cabellera negra atada con un cinto de cuero y unos poderosos ojos azules. Selene se enamoró perdidamente de él y de su nombre, Ismeno, que había sido enunciado por uno de sus compañeros. Al otro lado del bosque se encontraba un profundo río, el cual los jóvenes no habían advertido. La luna se desesperó, pues no quería que le ocurriera nada a su amado, sin embargo, éste no se encontraba en el mismo estado que sus compañeros y pudo alejarlos del peligro e incluso admirar la belleza del lugar, iluminado por la luz de Selene. Desde entonces, el muchacho cada noche regresaba al lugar y observaba la luna reflejada en el río. Selene estaba segura de que su amor era

El amor del río y la luna

Por Bianca Simone Hace mucho tiempo en Atenas, un semidiós hijo de Poseidón, dios de los mares, se había enamorado de una joven, hija del rey. Ella se sentía atraída por el héroe, pero había un problema: era una cazadora de Artemisa y había jurado nunca enamorarse; sin embargo, lo hizo. Una noche ella escapó para encontrarse con él en un claro en el bosque, lejos de donde se hallaban las cazadoras. El lugar era muy hermoso, estaba lleno de flores y alrededor árboles repletos de hojas. Cuando llegó lo vio sentado en medio del claro y corrió a darle un abrazo. Se pasaron todo el día hablando y riendo. Antes del ocaso se despidieron y se marcharon cada uno por su lado, no sin antes quedar en verse al otro día en el mismo lugar. A la mañana siguiente el semidiós llegó al claro pero la joven nunca apareció. Ya estaba oscureciendo y tuvo que volver a su pueblo para defender a los mortales de los monstruos. Cuando regresó se enteró de que la joven a la que había estado esperan

La leyenda del Río y la Luna

Por Lucas Coccaro y Ezequiel Klymczuk Hace mucho tiempo, en un bosque, la luna estaba enamorada del río. Todos los días lo iba a visitar y a ofrecerle regalos. Un día el Sol la descubrió. Celoso, le prohibió volver a verlo. Como el Sol no tenía forma de vigilar a la luna, les pidió a los peces que le avisaran si la luna bajaba a ver al río. Pero como los peces vivían en él, y no lo querían ver triste, se negaron.   Entonces, el Sol les pidió a las estrellas que la vigilaran. Como estaban celosas de la luna, por llamar mucho la atención en el cielo, aceptaron. Desde entonces la luna quedó presa en el cielo estrellado, y el río consumido en furia y depresión, no pudo dejar de llorar y las lágrimas dieron origen a “Las Cataratas Lágrimas”.  

El sacrificio de Luna

Por Carolina Pérez Fumega y Sofía Salvado Una chica llamada Luna estaba a las orillas del Río cuando su padre vino para darle la noticia de que su madre estaba muy enferma y corría riesgo de muerte. Al cabo de unos minutos llegó a la casa pidiendo por favor que algún familiar la acompañara al río para rogarle a la bola de luz en el cielo por su madre. Luego de unas horas su abuelo, quien la había acompañado, se retiró dejando a la chica sola. Pasaban los días y la chica se quedaba todos los días a orillas del río para rogar por su madre. Ella no comía, no dormía y tenía frío. Al pasar dos semanas, el padre fue a buscarla para avisarle que su madre estaba mucho mejor y no corría riesgo e muerte, pero lo único que encontró fueron los restos de su amada hija. Así fue como el pueblo de la chica decidió ponerle su nombre a la bola de luz en el cielo que ahora se llama LUNA.

Amor animal

Por Santiago Cruz En la antigüedad vivió un gran rey llamado León. Él era alto con enormes ojos rojos y como buen rey era amado por su gente. Un día, vagando por su pueblo, caminó tanto, que al cabo de unas horas se dio cuenta de que se había extraviado en un frondoso bosque de pinos. Inmediatamente abrió su abanico gigante, que le había sido obsequiado por su padre antes de morir. Según la historia que su padre le contaba, ese objeto cuando se abría hacia que cosas extrañas pero felices sucedieran. Este era de un color azul brillante y con imágenes que parecían ojos de un color amarillento. Al hacerlo decenas y decenas de aves, gallos, gallinas y patos aparecieron de la nada frente a sus ojos. Al intentar pasar por el camino vio al final una especie que no había visto jamás. Era de un color crema, ojos color verde y con un cuello hermosamente largo. Cuando León descubrió semejante animal, no lo pensó ni un instante y decidió llevarlo al palacio en el cual viviría tan hermoso anima