Microficciones...

A lo largo del último mes, lxs estudiantes de 2do A y B estuvieron trabajando con un género narrativo breve y llamativo conocido como microficción.

Leímos, escribimos, compartimos, sugerimos, reescribimos. ¡Y ahora, publicamos! En los próximos días, las páginas de este blog se van a llenar de pinceladas breves, impactantes, graciosas, tenebrosas, pistas para activar la mente de lxs lectorxs atentxs.

Pero antes, compartimos con ustedes algunas microficciones de autor que estuvimos leyendo en el taller.
¡Que las disfruten!

¿Sería fantasma?

Al caer de la tarde, dos desconocidos se encuentran en los obscuros corredores de una galería de cuadros. Con un ligero escalofrío, uno de ellos dijo:
– Este lugar es siniestro. ¿Usted cree en fantasmas?
– Yo no – respondió el otro –. ¿Y usted?
– Yo sí – dijo el primero y desapareció.
George Loring Frost

Cuento de horror

La señora Smithson, de Londres (estas historias siempre ocurren entre ingleses), resolvió matar a su marido, no por nada sino porque estaba harta de él después de cincuenta años de matrimonio. Se lo dijo:
– Thaddeus, voy a matarte.
– Bromeas, Euphemia – se rió el infeliz.
– ¿Cuándo he bromeado yo?
– Nunca, es verdad.
– ¿Por qué habría de bromear ahora y justamente en un asunto tan serio?
– ¿Y cómo me matarás? –siguió riendo Thaddeus Smithson.
– Todavía no lo sé. Quizá poniéndote todos los días una pequeña dosis de arsénico en la comida. Quizás aflojando una pieza en el motor del automóvil. O te haré rodar por la escalera, aprovecharé cuando estés dormido para aplastarte el cráneo con un candelabro de plata, conectaré a la bañera un cable de electricidad. Ya veremos.
El señor Smithson comprendió que su mujer no bromeaba. Perdió el sueño y el apetito. Enfermó del corazón, del sistema nervioso y de la cabeza. Seis meses después falleció. Euphemia Smithson, que era una mujer piadosa, le agradeció a Dios haberla librado de ser una asesina.
Marco Denevi

Escalofriante

Una mujer está sentada sola en una casa. Sabe que no hay nadie más en el mundo: todos los otros seres han muerto. Golpean la puerta.
Thomas Bailey Aldrich

¡Ése soy yo!

Cuando vi sacar aquel cadáver del agua, grité:
– Ése soy yo... Yo.
Todos me miraron asombrados, pero yo continué: “Soy yo... Ése es mi reloj de pulsera con un brazalete extensible... Soy yo”.
– ¡Soy yo!... ¡Soy yo! – les gritaba y no me hacían caso, porque no comprendían cómo yo podía ser el que había traído el río ahogado aquella mañana.
Ramón Gómez de la Serna

El dinosaurio

Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.
Augusto Monterroso

Green

Nos fuimos a acampar al bosque buscando el maravilloso contacto con la naturaleza. Pasamos días y noches comiendo frutos y bañándonos en los ríos. Cuidamos de no ensuciar nada y ni siquiera tomamos fotografías para no molestar a los animales. Regresamos luego a la ciudad sintiéndonos mucho mejor.
Mi mujer decidió comprar unos muebles que combinen con la piel de oso que adorna el piso de nuestro living.
Alejandro Bentivoglio

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